martes, 13 de septiembre de 2011

Capitulo XII


Al momento de caer pude sentir el vértigo en todo mi cuerpo, esa sensación de subida y bajada extrema, tenia miedo, no sabia cómo manejar ese nuevo poder, podía sentir las alas en mi espalda, tirando con fuerza de mi en sentido contrario, las sacudí una, dos, tres veces, pesaban y me costaba un gran esfuerzo hacerlo. El suelo se acercaba a cada segundo, la gravedad me llamaba y a parte de mover las alas no podía hacer nada, me perseguían, eso era lo único que sabia y el intento de volar era mi único y desesperado método de huida. De pronto la caída comenzó a cesar, me estabilizaba poco a poco, se sentía incomodo, dolía, y a pesar de eso una gran euforia se apodero de mi, había logrado volar…
-          Vamos Lys, no tengo toda la vida para esperar que te despiertes…  - esa voz arruino totalmente mi sueño, cuando por fin había comenzado a disfrutar de la sensación de ingravidez Daemon me despierta, me gire y cerré los ojos fuertemente – ¡hey!
-          ¿Qué no puedes dejarme tranquila aunque sea en mis sueños? – pregunte de mal humor  sentándome en la cama y mirándolo enojada.
-          Uhmh… no, sobre todo debo molestarte cuando te ves feliz, ¿Qué soñabas?
-          Cosas…
-          Soñabas conmigo ¿verdad? – sonrió maliciosamente – es que obviamente debía de aparecer yo en ese sueño para que parecieras tan contenta…
-          Para tu información, soñar contigo seria una pesadilla… - dije levantándome de la cama – y ahora vete, que me quiero vestir.
-          Como si ya no te hubiera visto cambiarte de ropa… - sentí como me ruborizaba, si estaba consciente de que muchas veces Daemon podía ser incorpóreo y estar cerca de mí, pero lo que me parecía irreal e incluso absurdo era que me espiara.
-          Que…
-          Tranquila, no tienes nada que quisiera ver – susurro cerca de mi oído y luego soltó una carcajada desapareciendo del lugar, sentí que enrojecía aun más, y más molesta me dispuse a cambiarme el piyama. No es como si quisiera que me encontrara algún atractivo, pero de todos modos eso había dañado mi ego, sobre todo porque el comentario venia de el.
Termine de vestirme y me senté en la cama. No tenia idea de qué quería hacer Daemon ese día, pero parecía no querer volver, me contuve para no llamarlo y de pronto note que había dejado su casaca en mi habitación, para ser mas precisa en el suelo, me incline para recogerla y dejarla sobre una silla y de pronto vi que caía un sobre abierto, lo tome para guardarlo pero he de admitir que al no saber mucho sobre el me dio curiosidad saber qué podría tener el sobre, una ojeada rápida no haría nada, luego volvería a guardarlo y haría como si nada hubiera pasado…
-          Donde el cielo y el infierno se unen, se encuentra el equilibrio, pero donde el mal yace esta el verdadero poder …
-          ¿No te han dicho que es de mala educación leer la correspondencia de otros? – oí su voz cargada de enojo, temblé, el lugar parecía aun mas frio y Daemon mas peligroso, cuando me levante la cabeza para verlo no me miraba a los ojos, los tenia ocultos tras sus negros cabellos, instintivamente me moví hacia atrás pero el me tomo la mano con fuerza.
-          Daemon yo… lo siento pero….
-          Sobre todo no debes leer lo que un demonio tenga… porque puede ser tu final…
-          ¡Espera Daemon yo he visto eso antes…! – me temblaba la voz también pero el semidemonio me soltó sorprendido y clavo al fin sus ojos en mi, peligro en su mirada pero ya no era la amenaza inminente de la muerte.
-          ¿Qué quieres decir? ¿Cómo una simple humana como tu podría haber visto estas palabras antes? – estaba demasiado asustada como para sentirme ofendida por su comentario.
-          Yo lo he visto… en un lugar, aquí en la tierra… - se inclino y quedo su rostro a la altura del mío, estaba demasiado cerca, tenía miedo, pero también me puse nerviosa, su cercanía me abrumaba. Su inexpresivo y hermoso rostro parecía analizar la información que acababa de recibir.
-          ¿Dónde? – pregunto por fin.
-          Te puedo llevar ahora si lo quieres – ofrecí, el asintió y se levanto, me tendió la mano, la tome sintiendo ya la conocida sensación electrizante desde mis dedos hasta el centro de mi pecho.
-          Has cambiado mis planes de hoy… pero creo que este panorama es mucho mejor del que tenia pensado – sonrió misteriosamente y salimos de la casa sin ser vistos por mis padres, creo que poco a poco comenzaba a acostumbrarme a ello. Esas palabras… realmente las había visto en un sitio, pero solo hasta la mitad.


Si, he de admitir que estaba sorprendido, el que la simple humana supiera de esas palabras me había descolocado un poco, pero también tenia un poco de sentido, si la frase hablaba del cielo y el infierno se refería claramente a la tierra, por lo que cualquier humano podría haber visto algo relacionado con ello sin notar realmente lo que significaba, probablemente si comenzaba a mostrárselas a personas al azar también les sonaría de algo, o al menos eso esperaba…

-          Llegamos… - susurro Lys a mi lado, yo le apreté un poco la mano, que no le había soltado en todo el camino. Levante la vista y vi una antigua construcción en ruinas – es una iglesia, o mas bien un templo, uno de los pocos que quedan por ese país, no se muy bien a que dioses alababan aquí, pero solía venia cuando me sentía un poco perdida. La entrada esta sellada pero se como entrar… - asentí y me deje guiar por ella, era una sensación extraña, por lo general yo guiaba, yo sabia todas las cosas, yo sorprendía, pero hoy Lys parecía estar rodeada por un aura diferente, podía ver su alma brillar un poco mas y aquello que en un principio me pareció feo y poco llamativo de ella, se tornaba de una belleza sutil y encantadora, ya que a pesar de miedo parecía segura de si misma. Era la primera vez que la veía de ese modo.

Durante el tiempo que estuve ausente preferí quedarme en Seol, mi madre no estaba en la mansión así que pude disfrutar plenamente de ella, además, Asbeel se encargaba de cuidar a mi humana por lo que no me preocupaba, si había algo de lo que podía estar seguro era que el no me traicionaría, porque la palabra de un ángel, caído o no, vale mas que las de mil demonios juntos, esta en su orgullo, que aunque ellos no lo acepten, tienen. No hice mucho durante ese tiempo, fui a la mansión de Raum, busque mas información y al no encontrar nada decidí regresar. Cuando Lys vio el sobre me enfurecí y me descontrole, odiaba que tomaran mis cosas, pero sobre todo odiaba ser descuidado con ellas, no se porque, pero me confié en dejar la chaqueta ahí, no es que la haya olvidado, la deje porque volvería, pensé que había sido un error, hasta que Lys me dijo que sabia a qué se referían las palabras escritas ahí. Jamás se me había cruzado por la mente mostrarle mis búsquedas a ella, ella era solo un instrumento útil para mí, porque me daba la libertad de moverme por la tierra durante el día… Ahora sin embargo, la veía de un modo diferente, aunque sea un poco, pero diferente.

Entramos por un costado medio destruido de los altos muros que conformaban el cercado, luego Lys me llevo hasta la parte trasera donde había una puerta, comencé a ver una serie de imágenes en mi mente, eran los recuerdos que había visto de Lys, la primera vez que nos encontramos, cuando la enlace a mi. Las imágenes eran de esa especie de santuario, solo simples capturas del interior, la oscuridad, la soledad...  - -

- Aquí es... - susurro bajo, como temiendo hacer demasiado ruido en el profundo silencio de ultratumba, poso sus dedos por la fría piedra que conformaba un gran altar blanco que simulaba un ángel y cuando mire detenidamente vi unas letras grabadas ahi, las mismas palabras que había en la carta. Saque el sobre y compare, solo faltaba la ultima estrofa pero por lo demás era lo mismo.
- Aun no se que significa - comente a mi pesar en voz alta.
- Yo tampoco lo se, solo recuerdo que encontré este texto por casualidad... - y para mi sorpresa, cuando quito la mano el texto desapareció, ella pareció no notarlo. Extrañado atribuí aquello a que estábamos enlazados, así que si por alguna razón sobrenatural su tacto podía hacer aparecer letras en una piedra tenía que ser por eso. Sin embargo se me quedo revoloteando en la mente el hecho de que eso había sido mucho antes de conocernos, pero lo omití por el momento. - Quizás por aquí hay algo mas...
- Uhmh...si, debería haber algo mas, dime ¿A que tipo de dioses hacían culto en este lugar?
- No lo se, solo se que no creían en la existencia de un solo dios, sino mas bien en los ángeles...
- Tiene sentido... - comencé a palpar la piedra y vi que el texto volvía a aparecer, quizás y solo quizás si el poder de un algo diferente lograba eso, también lograría abrirme paso a un nuevo descubrimiento. De pronto, como si mis pensamientos hubieran guiado mis acciones al tocar una de las alas algo sucedió, se abrió de pronto en medio de la sala un agujero que obviamente llevaba hasta el subterráneo, Lys se acerco rápidamente a mi, temerosa y le tome la mano, camine decidido, seguido por ella.
Cuando llegamos a la abertura vimos unas escaleras que desaparecían en la oscuridad, entramos y bajamos lentamente. Gracias a mis poderes demoniacos podía ver a través de la negrura, Lys sin embargo tropezaba y se aferraba a mi con fuerza, pero no la suficiente para hacerme daño, de echo, ni siquiera lograba presionarme lo suficiente como para sentirla realmente.
Cuando llegamos al fondo, encendí una antorcha que vi en la pared en consideración a mi humana, ella pareció aliviada y yo le sonreí. Caminamos a través de un angosto pasillo hasta llegar a una habitación enorme de piedra, Lys ahogo un grito cuando las leves llamas alumbraron la estancia. Enormes esculturas de hermosos pero crueles seres se alzaban en torno, rodeando el lugar, evidentemente demonios.
-          ¿Qué...?
-          Es un culto al inframundo – conteste – ahora todo tiene sentido... - me acerque seguido por Lys hacia el altar mayor y toque la roca color azabache, las letras aparecieron inmediatamente “donde el mal yace esta el verdadero poder…” - definitivamente este es el lugar correcto, pero aun no entiendo la relación con la frase... obviamente se refiere a un altar doble y que, por obviedad esta en la tierra, pero de nuevo se pierde la pista desde aquí…
-          Tal vez… no se refiere totalmente a la tierra – dijo de pronto Lys pensativa, la mire seriamente. – Quizás… lo del  poder esta en tu mundo Daemon…
-          Tiene sentido – susurre impresionado, aunque eso ya se me había pasado por la mente, la primera parte habla del equilibrio y la segunda sobre el poder – Lys ¿Crees que quede algún adorador de este lugar con vida?
-          No… dudo que aun sobreviva alguien, es muy antiguo, pero tal vez algún descendiente sepa algo… - a cada palabra que decía, la humana me sorprendía y un pequeño amago de respeto por ella aparecía.
-          No eres tan tonta después de todo – dije sin pensar mucho en mis palabras.
-          Es un poco bizarra tu manera de alagar a la gente – respondió ella soltándome la mano y caminando hacia la salida, parecía mas segura de si misma, sin embargo, y cuando la alcance ya casi había salido del templo, ella era cambiante, de un estado de miedo pasaba a la valentía, sin duda estaba logrando que admirara un poco su carácter.

Capitulo XI


El miedo se apodero de mí como si fuera una parte mas de mi cuerpo, estaba totalmente paralizado,  me cuestione todo lo que había aprendido durante décadas ¿Realmente había conocido el amor humano al estar cerca de Lys? Y no podía encontrar una respuesta racional a mis acciones. Si, pude haber salvado todas esas vidas pero en ese momento solo pensé en Lys… ¿Obre mal? ¿Fue lo que debía hacer? ¿El semidemonio tenia razón? Yo, que todo lo creía lógico y resuelto, yo que pensaba que con amor podría lograr lo que fuera, yo que estaba seguro de realizar mi misión sin la mínima falla, yo que no quería cometer el mismo error que mi hermano, estaba en una azotea, en estado de shock por lo que un ser maligno acababa de revelarme ¿Acaso si volvía a Caelum estaría una guardia de ángeles esperándome para juzgarme por mis actos? Tenia miedo, era innegable, pero no el miedo egoísta de ser caído sino mas bien el miedo de perder el poder de proteger a los demás… a Lys. Me lleve las manos a la cabeza, en un intento desesperado por aclararme pero nada tenia sentido, esa pequeña humana se había calado en mi ser como una espina mortal y yo no podía hacer nada por quitármela sin desangrarme y sufrir un inmenso dolor.

-          Esto no era lo que esperaba…  - susurre al viento, a la tierra, a mis hermanos ángeles y llore, como nunca antes había llorado, las lagrimas parecían brotar de mis ojos como la lluvia de un diluvio, nada podía calmarme, nada podría sacarme de aquello, me sentía tan solo  y confundido.
“Regresa a Caelum…”
Aquella voz me sobresalto, parecía venir desde dentro de mi y comprendí que me llamaban, las lagrimas aun derramándose sobre mi rostro, mi expresión suplicante, mi cuerpo temblando, lentamente me moví y sentí mis alas mecerse con el fuerte viento nocturno,  note como cada una de mis plumas eran golpeadas con delicadeza y también sentí la ausencia de una, pero eso no importaba, ya nada importaba. Me eleve lentamente cerrando los ojos y dejando que las ultimas lagrimas se esfumaran con la brisa me desvanecí.


Suponía que Daemon no regresaría tan pronto de su encuentro con mi hermano, por lo tanto mi sorpresa fue evidente al verlo tan solo a una semana después de nuestra conversación, parecía triunfal y muy ufano de si mismo, incluso me sonrió de un modo seductor al verme lo que, debo admitir, me descoloco un poco.
-          Traje lo que me pediste…
-          Veo que supiste utilizar bien la información que te di – dije fríamente, sin embargo.
-          Pero claro que si pequeño Asbeel, fue mucho mas fácil de lo que esperaba – volvió a sonreír con superioridad – solo había que… confundirlo un poco.
-          Ya veo… así que eso hiciste – me detuve un momento y lo observe fijamente – el… ¿Cómo esta?
-          No te preocupes, no es nada de lo que no se pueda recuperar… a menos que no se arrepienta – soltó una carcajada y yo fruncí el ceño. – Vamos que si cae, te hará compañía y no estarás tan solo en este lugar…
-          No estoy… -  me detuve de nuevo, había estado a punto de decirle que lo tenia a el pero eso… solo lo haría sentirse mas importante – Da igual. – Arqueo una ceja incrédulamente pero para mi suerte decidió ignorar mi comentario.
-          Ten – dijo sacando algo de su bolsillo, cuando pude ver de que se trataba, algo, como un cubo de hielo cayo por mi garganta – la pluma que me pediste…
-          Pudiste conseguirla – fue lo único que pude decir, me tendió la pluma y yo la tome, en el transcurso pude rozar su mano, estaba fría pero eso no me preocupaba, Daemon parecía tener la temperatura bastante baja, incluso para un demonio. El tacto de la pluma sin embargo era tibio, cálido de un modo diferente al normal, mantenía la esencia de Azael aun en ella, suspire y en ese preciso momento algo cambio , una distorsión en el aire, leve pero notoria, la pluma entro en mi mano y sentí como mis alas retomaban un poco del color de antaño, si bien no eran blancas y no me permitían volar aun, podían abrirme paso hacia la tierra.- Bien, ahora me tienes atado a ti, tal como tienes a esa humana – dije sin emoción alguna.
-          No es como si fuera algo que buscaba, pero me sirve de todos modos – estaba tan acostumbrado a sus respuestas como para sentirme herido, así que me levante del lugar donde me hallaba sentado y me situé a su lado, era mas alto que yo y definitivamente mas imponente, Daemon tenia ese algo que te hacia contener el aliento cuando estabas cerca de el, y no es que yo lo idealice, realmente no puedo hacerlo, lo veo tal como es, pero quizás es esa extraña mezcla entre humano y demonio lo que lo hace… un espécimen raro, único e irresistible, tal vez seria lo mismo si yo fuera un ángel mitad humano.
-          ¿Qué quieres que haga ahora?
-          Uhmh… quiero que te hagas pasar por tu hermano – dijo inexpresivamente, reflexionando sobre su plan – debes ser como el, así Lys no se preocupara por su ausencia y yo podre buscar lo que necesito durante ese tiempo – de algún modo sabia que me pediría aquello pero eso no quitaba que me preocupara, Daemon sabia de algún modo que Azael no regresaría donde la humana y yo… también lo presentía.
-          ¿Y si a Azael se le ocurre volver?
-          No lo hará… - dijo con una sonrisa misteriosa. – Yo me encargue de que no deseara verla durante mucho tiempo, y si ignora lo que le dije tendrá el miedo de caer.
-          De acuerdo… - dije girándome y avanzando hasta un mueble que había en la habitación, unas finas tijeras de plata estaba situadas sobre este, titubee un momento y luego las tome, volví la vista hacia Daemon que me observaba curioso y divertido a la vez y me corte el cabello. Al caer parecían finos hilos de plata y cierta nostalgia me invadió al pensar en lo que mi cabello significaba para mí. Cuando aun era un ángel novato pensé que mantener mi cabello largo significaría de algún modo la compañía de los años, lo que mantendría mi coraje y fuerza de voluntad siempre presente, pero ahora… eso no valía nada, ni para los ángeles de Caelum, ni para Daemon… ni para mi.
-          Que valiente, creí que solo utilizarías la ilusión con ella.
-          Me gusta hacer las cosas bien, aun si se trata de asuntos de poca importancia. – soltó una risita baja, negó con la cabeza y se dio la vuelta - ¿Qué pasa? – pregunte desconcertado, me miro y sonrió.
-          Nada, a menos que quieras quedarte aquí – dijo y continuó caminando, yo lo seguí.

El mundo humano me pareció un lugar extraño, demasiado luminoso y oscuro a la vez, mi ultimo recuerdo de este lugar se parecía mas a la luminosidad, pero sabia que mi condición de caído me hacia ver las cosas de un modo diferente, era mas objetivo por decirlo de un modo mas simple. Sin embargo y a pesar de la nostalgia que me invadió me sentía libre, el solo echo de poder salir del inframundo era increíble y poco posible hasta hace nada, en cambio ahora… y para variar se lo debía a Daemon, como si ya no tuviera muchos asuntos con el.
-          A veces me pregunto porqué haces tantas cosas por mi Asbeel – pregunto de pronto al notar que lo miraba – ¿no será que estas enamorado de mi verdad? – sentí que me ruborizaba levemente.
-          No seas idiota, no puedo enamorarme porque aunque sea caído, aun soy ángel y tiendo a amar todo, aunque claro, ahora es en menor medida – no es que tuviera problemas en decirle lo de mi “amor” por el, pero tampoco quería subirle el ego, aunque también debo aclarar que mi “amor” no es ese amor humano, creo que ya lo dije una vez, yo amo a todos, pero amo a Daemon “primero”, y eso, si que no pienso hacérselo saber. -  Y si, te amo a ti, pero como puedo llegar a amar a la roca que estas pisando – sonrió con suficiencia y piso aun mas fuerte, lo observe con aburrimiento y el siguió caminando, a veces podía llegar a ser tan infantil…
No tuve mucho tiempo de adaptarme de mi nueva vida, casi cien años en el inframundo no pasaban en vano, debo aclarar que los años que pasa un ángel en ese lugar son aun mas extensos que los de un demonio, porque no estamos acostumbrados a ese ambiente, así que aunque Daemon tenga recién diecisiete años humanos-semidemonio, yo tengo alrededor de trescientos, aunque en edad humana no supero los veinte. En todo caso es solo una estimación, la edad no es importante para nosotros, solo hay diferencias de sabiduría entre unos y otros, pero por lo general se conserva este pensamiento para mantener la igualdad.
-          Llegamos, su nombre es Lys, no lo olvides – anuncio de pronto Daemon sacándome de mis pensamientos, observe una casa común, en un barrio común. – Cuento contigo. – agrego desapareciendo, me quede quieto un momento, no quería decepcionarlo y creo que el sabe eso.


No sabía qué había pasado, de pronto apareció Daemon y se llevo a Azael de donde estábamos, me sentía preocupada y como si algo malo estuviera a punto de ocurrir. Regrese a mi casa y me tendí en la cama, mire el techo por largo rato llamando a mi ángel guardián con la mente, pero no contestaba y eso me frustraba.
-          Lys… - oi de pronto una voz, era diferente, jamás la había oído pero tenia algo que me hacia pensar que si la conocía. De pronto se apareció ante mi Azael - ¿Cómo estas pequeña? – pregunto sonriendo, pero había algo en sus ojos, algo mas frio y se sentía lejano.
-          Azael ¿Qué te paso? ¿Estas bien? – pregunte levantándome y avanzando hacia el, sonrió tiernamente y eso me tranquilizo, lo abrace, pero se sintió rigido a mi tacto - ¿Qué sucede?
-          No es nada, solo que me siento un poco cansado, el semidemonio… fue difícil deshacerme de el.
-          Deshacerte…? – repetí horrorizada – Daemon esta…
-          No, aun no, escapo pero no creo que se aparezca por un tiempo – realmente no me esperaba esto, no sabía ya si me aliviaba que Azael hubiera vuelto, aunque parezca algo egoísta de mi parte y muy cruel, pero si no veía a Daemon en mucho tiempo yo… - Tranquila, el esta bien – me acaricio el cabello suavemente y sentí que era el mismo de antes, sonreí.
-          Disculpa, por todas las molestias que te he causado – dije bajando la mirada, el tomo mi mentón y lo levanto para mirarme a los ojos, de nuevo esa sensación de frio que no había antes en el.
-          No te preocupes, es mi deber después de todo… - esas palabras no eran de Azael tampoco, el seria mas tierno, algo extraño estaba pasando, esa persona tenia la apariencia, la casi voz de el pero… no era el o al menos no era el que me dejo en el centro comercial. Daemon le había echo algo, le había dicho algo que lo dejo así.
-          Azael… ¿Qué paso cuando te fuiste con Daemon? ¿Qué te dijo? – me miro sorprendido y me tomo las manos.
-          Tranquila, no me dijo nada de lo que no pueda recuperarme, se que estoy un poco extraño, pero se me pasara, confía en mi Lys… - me abrazo, cerré los ojos y me apoye en su pecho pero ni siquiera su olor era igual, el dulce olor de Azael era reemplazado por una sutil fragancia un tanto amarga.
Pasaron varios días después de eso, Azael vino a verme unas cuantas veces y siempre parecía distante, de Daemon no sabia nada, estaba preocupada, me sentía frustrada por no poder hacer algo, por estar confundida. Había notado recientemente, no sin cierto horror, que hace tan solo unas semanas había odiado profundamente a Daemon por haberme quitado mi tranquila vida, fui desdichada durante ese tiempo y sin embargo ahora lo extrañaba, ni siquiera yo lograba entender mis sentimientos a veces ¿será acaso que había terminado enamorada de el? Admito que me he sentido atraída por el, pero no sabia hasta qué punto y ahora…
-          Es solo por el enlace – me dije firmemente mientras llegaba al colegio, mi vida seguía igual, ya no me molestaban pero recibía miradas hostiles de muchos lados, no entendía cómo mi vida había terminado así,  y aun con todo eso ya no me arrepentía de haber conocido a Daemon ni a Azael.
Últimamente había estado repitiendo la misma rutina a diario, ni ángel ni demonio se aparecían por el colegio así que me iba a caminar por las calles de la ciudad, intentando distraerme de algún modo, el otoño estaba comenzando y a veces llovía mientras yo avanzaba por la calle sin preocuparme de mojarme. Me hubiera gustado estar acompañada y por primera vez desee una amiga, alguien en quien confiar y a quien poder contarle lo que me pasaba, sentía ganas de llorar y que Daemon llegara pero no sabia como comunicarme con el. Probablemente estaba en su mundo porque de otro modo ya habría estado aquí molestándome, suspire, ese día hacia frio y comenzaba una leve lluvia, me dolía sentir lo que sentía y me odiaba por admitirlo
-          Daemon… vuelve… - susurre de pronto y algunas personas que pasaban a mi lado se quedaron mirándome como si estuviera loca, luego siguieron su recorrido.
-          Solo tenias que pedirlo… - oí su ronca voz y sentí su respiración cerca de mi cuello, me provoco un escalofrió, levante la cabeza con los ojos inundados en lagrimas, no sabia como, pero me aliviaba verlo de un modo abrumador.
-          Daemon… - el sonrió y no fue esa sonrisa de superioridad que lo caracterizaba, quede atónita, me gire completamente y lo abrace..

Capitulo X




¿Qué fue eso? Es decir, qué fue lo que realmente sucedió en ese centro comercial… de pronto todo estaba en caos, y cuando vi el vidrio caer realmente creí que seria el fin de todo, estaba tan confundido y lo único que pude hacer fue tomar a Lys y sacarla de ahí. La traslade fuera del lugar con mis poderes, se veía tan confundida y… frágil, es increíble como en un solo segundo la vida de un humano se puede apagar y no puedes hacer nada al respecto, creo que por ese mismo motivo los ángeles sufrimos al ver pasar generaciones y generaciones de humanos a través de los tiempos y es que, aunque las almas “se hereden” las personalidades cambian.
-          ¿Estas bien?  - le pregunte y me sorprendí al notar un temblor en mi voz, Lys asintió débilmente mientras elevaba la mirada y clavaba sus ojos pardos en los míos en una silenciosa pregunta – te saque de ahí… - le respondí mientras la rodeaba en un abrazo tranquilizador, sentía su miedo a través de su cuerpo e intente calmarla lo mejor que pude.
-          ¿Qué fue lo que paso? ¿alguien ataco el lugar?
-          No lo se, no sentí nada extraño cerca de nosotros, pero tampoco parece ser obra de humanos, esto me inquieta…
-          ¿Crees que pudo haber sido un demonio?
-          Quizás… o quizás fue el semidemonio… - dije mas por decir algo pero Lys se puso tensa y se alejo un poco de mi.
-          No, Daemon no me pondría en peligro – aseguro y me sorprendió la firmeza y convicción en su voz, quizás el semidemonio no dejaría que perdiera la vida, pero eso no incluía el no hacerle daño.
-          Era solo una suposición, tampoco creo que haya sido el, después de todo, te necesita viva – comente y ella volvió a dejarse abrazar por mi. La mire preocupado, quizás había llegado la hora de enfrentarme a Daemon de una vez por todas ya que el enlace con Lys se hacia cada vez mas fuerte y ella se estaba cegando por esto. – Ven, vamos a tu casa, lo mejor será que descanses y te olvides de lo que paso – dije reprimiendo una sensación de profunda tristeza por la gente que había dentro del centro comercial y que acabo muerta por el incidente, intente no darle vueltas a aquello, si esas personas habían muerto era porque estaba predeterminado que murieran ahí y yo no podía hacer mucho, a menos que… sacudí la cabeza con determinación y comencé a avanzar con Lys a mi lado
Las horas pasaron casi imperceptiblemente luego de eso, sabia que debía informar de lo sucedido y enterarme qué había sucedido realmente en el centro comercial, pero no quería dejar a Lys sola en ese estado y a merced del semidemonio, era un dilema terrible pero siguiendo lo racional y justo, mi misión era encargarme de Lys antes de todo y por lo tanto mi deber estaba ahí.


Estaba más que confundida, tenía miedo y lo peor de todo que una angustia indescriptible se apoderaba de mí ser, era como si supiera que algo malo iba a pasar o como si presintiera que el motivo del ataque era por mí, estaba aterrada y ni siquiera la cercanía de Azael me podía tranquilizar, necesitaba por algún motivo misterioso ver a Daemon, tocarlo, sentir que existía y que me protegería, aun sabiendo que eso era improbable partiendo porque el no quería protegerme, solo me mantendría a salvo porque a el le convenía y eso, de algún modo me dolía.
-          ¿Te sientes mejor? – la suave voz de Azael me saco de mis pensamientos, asentí y el sonrió dulcemente, mirándome de un modo que parecía saber que mentía, pero aun así no dijo nada mas. Eso era lo que mas me gustaba de el, que no me obligaba a hablar si no quería pero que de algún modo u otro sabia exactamente lo que me pasaba.
Por fin llego la noche y contra toda su voluntad Azael me dejo sabiendo que probablemente Daemon vendría a verme.
-          Estaré de vuelta a penas el semidemonio se vaya – dijo con ese tono especial suyo, yo le sonreí tímidamente y el desapareció. Pero Daemon no hizo acto de presencia, supongo que Azael sintió su cercanía pero eso no quería decir que el fuera a venir a verme… me sentí sola.
Paso una semana después del incidente y yo aun no tenia noticias de Daemon, Azael me acompañaba cada vez que podía pero afirmo que en todo ese tiempo no había sentido a mi demonio personal cerca, sonreí al notar que ya lo llamaba “mi demonio personal”. ¿Para que iba a mentirme a mi misma? Extrañaba a Daemon, quería ver a Daemon, quería abrazar a Daemon, mi mente repetía el nombre que mis labios anhelaban pronunciar… Daemon, Daemon, Daemon. No se si me estoy obsesionando con el o es quizás, como me advirtió en un principio Azael que el lazo que me une al semidemonio se esta haciendo mas fuerte, pero el caso es que no dejo de pensar en Daemon y eso es terrible hasta un punto alarmante pero algo esta cambiando y yo lo estoy notando.
-  Te he visto algo triste estos días ¿te sientes bien? – me pregunto de pronto Azael, caminábamos hacia el colegio y yo no le había prestado atención en todo ese rato.
- Si, es solo que de pronto pareciera que mi vida es un caos constante… - comente intentando ocultar mis preocupaciones reales – al menos Daemon no se ha aparecido pero de algún modo me siento culpable porque tengas que ir a todos lados conmigo, y la verdad es que me frustra un poco el no saber cuando se acabara todo.
- A mi no me molesta estar contigo, mas bien me hace feliz – y ahí estaba otra vez, Azael tenia la capacidad de decir cosas tan sinceras y directas, sonriendo dulcemente y no notando que en un contexto humano eso confundía, era casi como una declaración de amor, y aunque yo sabia que era un ángel y por ende amaba a todo ser existente no podía evitar que una especie de vértigo se apoderara de mi cuerpo y me sintiera mareada al oír esas palabras. - ¿Qué sucede? ¿Dije algo malo? – negué con la cabeza y sonreí.
- Gracias – dije simplemente y seguí caminando. Varias veces en la semana había estado meditando acerca de lo que sentía por Daemon, pero también lo que podía estar sintiendo por Azael, ambos eran tan contradictorios, tan extremos y yo estaba en el medio, supongo que es natural sentirme atraída por ambas partes aunque ya entendía bien la naturaleza de ambos, también me cuestione muchas veces el echo de fijarme en ambos al mismo tiempo pero es mas bien que Azael me confunde por las cosas que dice y como me trata, en tanto Daemon no hace nada por realmente agradarme así que, el que sienta algo por el no es justificado, a menos que sea tan superficial que lo que llame mi atención sea su aspecto y, aunque admito que importa mucho a veces, no lo es todo.


Si, no había ido al mundo humano por unos días, no tenía ganas ¿y qué?, no es como si estuviera obligado a estar todo el tiempo junto a Lys, además estaba apostando en grande esta vez, y mientras mas tiempo me encontrara lejos de ella, mejores resultados tendría, no es tan difícil de entender.
-          ¿Cuánto tiempo mas permanecerás en Seol? – hasta que la inevitable pregunta se formulo, me parecía extraño, sobre todo viniendo de los labios de Asbeel.
-          Hasta que me den ganas de alejarme y no verte mas – responde levantándome de la cama donde había permanecido tendido por un par de horas en la que se podía llamar mi habitación – y ese momento es… ahora.
-          La eternidad es un periodo muy largo, incluso para ti Daemon – comento delicadamente dándome la espalda y desapareciendo de mi vista, de algún modo sentí que lo había herido, pero ignorando tal echo tome mi chaqueta y salí del lugar, Asbeel no se veía por ningún lado.
Había llegado la hora de actuar, quizás el repudiado ángel caído había acelerado el proceso pero el caso es que ya que me aburría comenzaría con el plan, si calculaba bien debían ser aproximadamente las siete de la tarde en el mundo humano así que no corría peligro al no mantenerme cerca de la humanita esa.
Cuando llegue el sol se estaba ocultando lentamente en el horizonte y el ocaso parecía más anaranjado que de costumbre, no tarde mucho en ubicar a mis victimas y camine tranquilamente con las manos en los bolsillos a su dirección. Probablemente ese angelito lograría notar mi presencia, pero cuando lo hiciera no dejaría que se escapara.
Me sorprendió un poco encontrarlos en el mismo centro comercial donde los había atacado, pero después de todos los humanos tienen esa morbosa obsesión por los lugares donde han ocurrido tragedias que los marcan de algún modo… así que si había asustado a la pobre Lys…
-          Hola – los salude con mi sonrisa más encantadora sin dejarlos si quiera asimilar que me encontraba ahí.
-          Daemon… - susurro Lys y parecía en cierto modo aliviada, sonreí aun mas para mis adentros, así que esta chica me había extrañado.
-          ¡Semidemonio! – casi gritó Cupido y yo solté una carcajada.
-          Que sutil de tu parte recordar mi especie – dije en un tono aparentemente sorprendido por su limitada inteligencia – bien podría yo haberte dicho “Angel” pero la verdad es que se supone que los Ángeles son hermosos y tu… bueno, eres un poco joven, indefenso y el miedo no te deja mostrar tu verdadera belleza.
-          Eso es demasiado superficial…
-          Que delicadeza la tuya el traerlo a tema, pero pequeño querubín, soy mitad demonio y por lo tanto… superficial, parece que en Caelum no les enseña mucho a ustedes, quizás teman que al obtener conocimientos se den cuenta de la horrible y atada vida que llevan.
-          Eso no deberías decirlo tu precisamente – comento Azael frunciendo el ceño en un tono tan adorable que solté un bufido.
-          Al menos yo tengo permitido obsesionarme con humanos… - sonreí de medio lado con malicia y el ángel se quedo mudo, Lys nos miraba alternativamente a el y a mi sin entender lo que decíamos, tenia esa estúpida expresión de incomprensión humana que los caracteriza en momentos como este. Entonces, mientras el gay este asimilaba mis palabras lo tome bruscamente y nos aleje de Lys sin que siquiera opusiera resistencia.
Cuando llegamos a un lugar mas privado el estúpido homosexual alado abrió sus ojos y miro sorprendido a su alrededor, ni siquiera había notado mi movimiento… y así se dice llamar ángel.
-          Tu… - musito perplejo.
-          Yo pequeño pajarraco te he… secuestrado – comente sutilmente y sonriendo con frialdad.
-          ¿Qué es lo que buscas? – pregunto frunciendo el seño en un gesto mas de extrañeza que de odio, eso me molesto.
-          Buscar… mas bien espero que sucedan cosas – respondí sin embargo, manteniendo el tono frio.  Nos miramos largo rato a los ojos, podía sentir esa sensación de rechazo hacia el. Nuestra naturaleza nos llamaba a destruirnos, o mas bien me llamaba a destruirlo a el, porque en sus ojos solo podía ver tristeza y eso me irritaba de sobremanera.
El lugar donde estábamos era la azotea de una gran tienda, nadie iría hasta ahí así que podríamos quedarnos toda la noche si era necesario, además era bastante alto y yo disfruto de las alturas, supongo que el ángel también pero había elegido el sitio por mi. Por sobre su blanquecina cabeza observe el horizonte, manchado de rojo como la sangre, de algún modo le hacia parecer malévolo, las alas blancas contrastando en el cielo, con un aura fuego y el hermoso rostro marfil, admito que quede embobado lo que me parecieron unos largos minutos, si bien no tenia el cabello largo como Asbeel, las facciones eran idénticas, aunque Azael mostraba dulzura en la mirada, mientras que el ángel caído solo reflejaba tristeza o resignación.
-          Así que te has enamorado de la humana… - dije suavemente, saboreando cada palabra antes de pronunciarla, anticipando el efecto que tendrían en el. Azael abrió desmesuradamente los ojos, sorprendido, afligido, derrotado antes de enfrentar la batalla.
-          No…
-          No lo niegues… - mi tono era agridulce. – Sabes perfectamente que esa humana te importa mas que el resto – debía tener cuidado en cada palabra porque un mínimo error podría destruir mi carta de jugada.
-          No es así…
-          Oh, lo sigues negando aunque las pistas son tan evidentes… ¿Qué crees que paso en el centro comercial hace unos días? ¿Acaso creías que fue casualidad el ataque? – sonreí cruelmente – Fui yo… yo los ataque y tu, en vez de salvar a todos los humanos que había ahí solo pudiste sacar a Lys ¿Porqué crees que paso eso?
-          Yo…debía…
-          No pequeño… tu no debías salvarla solo a ella, te importo la vida de un humano por sobre las de otros… los dejaste morir…
-          Yo…
Era realmente un estado patético, parecía buscar desesperadamente una razón lógica a su decisión pero no la encontraba y eso, para mi gusto lo desesperaba.
-          ¿Qué dirían de ti en Caelum? Yo creo que ya lo saben… ¿Te cortaran las alas… como lo hicieron con tu hermano? – y esa fue la gota que rebosó el vaso, levando la vista, aterrado casi.
-          ¿Tú… conoces a Asbeel?
-          Jajaja… yo crecí con Asbeel…
-          No…
-          Si, porque el eligió estar en mi mundo y no en el tuyo… te dejo por sus creencias egoístas, el desprecia a los débiles como tu…
-          Pero… - daba pena, solo podía balbucear sin terminar una frase coherente, ahora no importaba lo que le dijera, nada podría empeorar la situación.
-          Si que mandaron a un incompetente a una misión suicida… ¿Así es como son las cosas en Caelum? ¿Creían acaso que un novato podría derrotarme? – bufe divertido con el efecto causado – O me han subestimado… o te han subestimado… creo que lo segundo es lo mas acertado…
-          ¡DETENTE! – grito de pronto con lagrimas en los ojos. Yo solté una carcajada – Lys…
-          No le hare daño a Lys – comente – es mi enlace con la tierra, no puedo destruirla, y si tu no la hubieras salvado… yo lo habría hecho, pero de todos modos se que tu tenias el poder de salvarlos a todos y no lo hiciste – me acerque lentamente y aprovechando el estado de shock en el que estaba le toque el hombro, luego suavemente deslice mis dedos por sus alas, el ni se inmuto. Delinee el contorno como dibujándolas hasta que me incline y roce la punta, una única pluma, más grande y mas bella que las demás, la tome con delicadeza y luego de un tirón la arranque.
-          ¿Qué haces? – se sobresalto pero aun tenia la mirada perdida.
-          Solo… colecciono cosas inútiles… - sonreí y desaparecí del lugar.

Capitulo IX







La primera vez que note el matiz entre la luz y la oscuridad fue una tarde de otoño, podía apreciar todo a mi alrededor en colores azulados y dorado, eso era precisamente a lo que los de mi especie denominaban “Gris”. Había frio y calor en el ambiente, amor y odio, todo en una mezcla perfecta que daban armonía y paz, por fin comprendía con mis propios sentidos lo que era posarse en el mundo humano y agradecí como nunca la oportunidad que me habían otorgado los grandes. No recuerdo cuánto tiempo me quede en el mismo lugar observando el cielo, sintiendo el viento sobre mi rostro, escuchando los sonidos, olfateando olores de flores, perfumes, humo…  todo en un maravilloso instante, pero yo no estaba ahí precisamente para observar, investigar o quedarme quieto, yo había llegado a ese mundo por una misión que debía cumplir sin demora, lo que no sabia en ese entonces era que aquella misión, aquel instante de reconocimiento del nuevo mundo, me iba a llevar a la peor decisión que hubiera tomado en lo que la vida de un ángel significa.

Desperté inquieto, hacia tiempo que no soñaba con cosas como esa por lo general mis sueños estaban llenos de pesadillas, de rostros familiares persiguiéndome y torturándome, pero hasta el momento había podido llevarlo bien, al menos me mantenía estable, sin embargo aquel sueño era diferente, evocaba una época que preferiría olvidar cobardemente. Desde que llegue a este lugar decidí no apartarme de mi camino por muy limitado que este pueda llegar a ser aunque últimamente las cosas se están poniendo un poco complicadas para mí. Intente contener el increíble malestar que mis propios pensamientos me estaban brindando y reprimir el sentimiento de arrepentimiento por las cosas que hacia tan solo unas horas había revelado al que se supone debería ser mi enemigo pero cuento como único aliado en esta dimensión.

Soy un ángel caído, pero eso no quiere decir que haya olvidado como era vivir en Caelum, aun mantengo algo de la esencia de ángel pero desde que invalidaron mis alas siento rencor hacia ellos, jamás hice realmente la cosa por la que ellos me culparon, cometí un error, es verdad pero mis razones eran mayores, no buscaba traicionarlos y tampoco busque otorgarle poder a nuestros enemigos, solo vi lo que ese ser quiso que viera, bien, un demonio me engaño vilmente, pero yo… me enamore de uno así que lo único que pude hacer fue ayudarlos o mas bien, entregarme a ellos.

La vez primera que llegue al mundo humano también conocí a Daemon, o mas bien lo vi, era la hora del crepúsculo y note su presencia, yo era un ángel novato pero de quien se esperaban grandes cosas, me advirtieron que habría demonios al lugar donde iba, pero que tenia que evitarlos a toda costa porque así como estaba era presa fácil, Daemon era solo un niño en ese tiempo, aun en el mundo de los demonios era demasiado joven y débil, la desesperación que manaba de el era tanta que se calo profundamente en mi sensible ser de Ángel, sentí deseos de acercarme, rodearlo en un abrazo y protegerlo, pero había algo que también me provocaba rechazo, ya que en esa esencia de debilidad había un odio profundo y despiadado, decidí alejarme sin notar que cerca del semidemonio había alguien mas… mas poderoso que sí había notado mi presencia.

El humano que se me había encomendado era un hombre mayor, eran sus últimos años de vida y yo debía dirigirlo había la muerte de un modo amable, cumplí mi propósito tan bien como se esperaba de mi y el hombre murió feliz, pero cuando me disponía a regresar a Caelum se apareció ante mi el ser mas bello que había visto en mi vida, una mujer alta y de miraba cruel, se presento como Iset, un demonio y madre de Daemon, el semidemonio que había visto aquella vez, ya no recuerdo muy bien que fue lo que ella me dijo, solo se que esas palabras lograron cambiar todo lo que era mi mundo antes de conocerla, utilizo mi fuerza y la convirtió en debilidad, logro cambiar mi pensamiento, todo lo que había aprendido en Caelum perdió significado para mi y cuando regrese a ese lugar, todo mi yo era diferente. En ese momento solo quería centrarme en lo que Iset me había dicho, creía profundamente en sus palabras a pesar de saber claramente que ella era un demonio, estaba cegado por su belleza y por los motivos que me dio  para creer en ella. Me dijo que no comprendía porque los ángeles solo debíamos preocuparnos en los humanos, que había otros seres, como Daemon que sufrían de igual modo y aun así no tenían un ángel guardián para ayudarlos y un día lo llevo hasta mi, nuevamente tuve la necesidad de protegerlo y encontré realmente validos sus argumentos, quizás seria bueno formar una alianza, habitar todos en el mundo humano y ayudarnos mutuamente, era una verdadera utopía que me atrapo.

-          Y yo misma podría llegar a Caelum y hablarlo con tus superiores – me dijo seriamente un día, en esos momentos tenia otra misión en la tierra, aunque he de admitir que la estaba descuidado por soñar despierto junto a un demonio.

-          ¿Y cómo podrías hablar con ellos? – pregunte entonces.

-          Tu puedes llevarme ahí – comento titubeando, la mire dudoso.

-          No estoy seguro de poder hacer eso, quizás debería consultarle a alguien mas…

-          No te dejaran – dijo un poco alterada lo que me sorprendió – Asbeel, no creerán en un demonio, es obvio que no lo aceptaran y no te dejaran volver a la tierra, quizás hasta te castiguen por tener tratos conmigo, es por eso que lo mejor será entrar de sorpresa en Caelum, así no podrán hacer nada para evitarlo – y le encontré la razón. Sabía que me engañaba pero estaba cegado, había algo más, un lazo más fuerte que cualquiera que hubiera tenido antes que me impulsaba a creerle.

Cuando entramos en Caelum nos esperaban, Iset retrocedió a tiempo y huyo dejándome a merced de los guardias celestiales, quienes despiadadamente a pesar del dolor que se reflejaba en sus rostros cortaron las plumas que les daban vida a mis alas y me lanzaron al vacío sin pedir una explicación, ellos lo sabían todo claro y yo estaba seguro que lamentaban mas que nadie en el mundo mi caída.

Iset me acogió de inmediato en Abadía, no porque se sintiera culpable por lo que me paso sino mas bien por cumplir un trato de “lealtad” hasta cierto punto, además que le convenía tenerme cerca por información que yo pudiera proporcionarle llegado el momento. Por otro lado ella sabia perfectamente que no tampoco podría alejarme mucho del lugar por mis aun activados sentidos de ángel.

Los primeros meses fueron terribles, sufrí como jamás pensé que lo haría y entendí porque los ángeles temían tanto caer, porqué le temían tanto al mundo humano y porqué les horrorizaba la idea de entrar en Seol, sin embargo aunque llegue a querer desaparecer de la existencia en general, logre adaptarme y logre por sobre todo apreciar lo que me rodeaba, no por mi, sino por lo que buscaba proteger. Me acostumbre tanto a Seol y lo sentí como mi lugar así como antes había sentido que mi lugar era Caelum, en cierto modo creo que me “humanice” porque ya no era un ángel y tampoco podía llegar a ser un demonio, aun sentía el bien pero en el inframundo los demonios no sufren así que no me torturaba por nada, excepto por Daemon… Por eso cuando se acerco a preguntarme cosas hace tan solo unas horas no pude evitar revelarle algunos secretos.

-          En primer lugar… ¿por qué caen los ángeles? – me pregunto Daemon sonriendo, a veces no lograba entender la mente retorcida de este semidemonio pero a la vez es lo que lo hace fascinante, alguien a quien no puedo descifrar y quien me sorprende todo el tiempo, además es quien menos hostil me trata en este mundo… o infierno que es Seol, quizás porque de algún modo nos parecemos – vamos que cuando te vi me lo pregunte, porque los de arriba arrojan su basura hacia acá…

-          Que encantador – comente cerrando los ojos y respirando profundamente.

-          Gracias, las chicas siempre me lo dicen – y no lo dudo, realmente es encantador cuando se lo propone, conmigo nunca lo ha sido…

-          Es un castigo, creí que eso estaba claro – respondo amargamente.

-          Si, se que es un castigo, pero pensaba que los tuyos, por ser tan buenos con todo lo que componga una mínima parte de la existencia perdonarían a los de tu propia especie.

-          Por lo general son perdonados cuando se arrepienten realmente, yo no me arrepentí – nuevamente no puedo reprimir el tono amargo de mi voz y al abrir los ojos veo que Daemon había levantado las cejas en un gesto de incredulidad.

-          Vamos… Iset te engaño para entrar en Caelum ¿y tú no te arrepientes de eso?

-          Lo que oíste, yo estaba atado a algo mas fuerte que mi orgullo de ángel, es por eso que caí y por el mismo motivo que no me arrepiento – esta vez si logro contener la tristeza en mi voz –. Pero volviendo al tema, los ángeles que caen es porque así lo deciden ellos, quizás como autocastigo por lo que hicieron, la mayoría se arrepiente tanto de hasta un mínimo error que por lo general no caen, tampoco es que los mismos ángeles no envíen hacia aquí, hay… un algo en la entrada de Caelum, en el portal que decide si podemos volver a entrar o no, para que así la carga emocional que lleva el córtales las plumas a un hermano no sea tan violenta, así ellos creen que lo hicieron porque ese algo les dijo y no porque ellos lo hayan decidido, por lo tanto no pueden sentirse culpables de la caída de alguien.

-          Vaya… eso es bastante egoísta viniendo de ángeles.

-          Bien, eso era todo o necesitas algo más…

-          Uhmh, esa era solo una pregunta curiosa – comento con una sonrisa – lo que realmente me interesa viene ahora…

Lo observe mientras se volteaba para mirar el paisaje de Seol, aun faltaban un par de horas para que amanezca pero habría una suave y fresca brisa en el aire, como anticipando la salida del sol.

-          ¿Cómo funcionan los ángeles? – dijo de pronto serio – quiero decir, ¿solo si les asigna una misión puede llegar a la tierra?

-          Así es… no podemos salir de Caelum por voluntad propia, los arcángeles deben enviarnos a una misión para que las puertas se abran.

-          ¿Y como funcionan las misiones?

-          Espera… ¿han enviado a un ángel por tu enlace con ese humano? – pregunte horrorizado, eso lo único que desencadenara será un enfrentamiento con la posible muerte de uno de los tres participantes, Daemon se remueve incomodo al ser descubierto.

-          Si, enviaron a un ángel…

-          Bueno tienes que saber que hay diferentes niveles en los ángeles – comencé a contarle muy a pesar mío – están los mas antiguos que han llevado a cabo muchas misiones, pero también hay ángeles nuevos que envían como primera misión a la tierra, ellos son los menos adaptados y los mas fáciles de confundir… ¿Sabes el nombre del ángel que encargado de tu humano?

-          Azael… - y sentí como si el mundo se desmoronara bajo mis pies, no podía ser, no podía ser el mismo Azael pero no había dudas, los ángeles no repetimos los nombres por lo tanto solo hay un Azael en Caelum. - ¿Qué pasa? ¿lo conoces?

-          Conocerlo… Azael es… mi hermano gemelo – Daemon pareció sorprendido mientras yo sufría un terrible dilema interno.

-          Uhmh… eso complica un poco las cosas – comento secamente – ya no me darás la información ¿o si?

-          Con dos condiciones – dije de pronto – no lo dañes físicamente, te daré la información para que puedas hacerlo volver a Caelum pero no lo mates – me miro frunciendo el ceño pero parecía meditar lo que le dije.

-          ¿Y lo otro?

-          Lo otro te conviene a ti… consígueme una pluma de las alas de Azael, de ese modo yo podría volver a pisar la tierra y seria un útil espía.

-          ¿Por qué querrías ser un espía mío?

-          Solo quiero salir de este lugar y como me harías un favor al conseguirme la pluma, yo te seguiría – dije simplemente ocultando mis verdadera intensiones, no mentía, era verdad que le debería una grande por la pluma pero lo que realmente quería era proteger a Azael, después de todo aun sigue siendo mi hermano.

-          De acuerdo, no dañare a tu hermanito y te traeré una pluma, de todos modos me conviene – dijo y parecía sincero – ahora cuéntame sobre los ángeles, o mas bien sobre Azael…

-          Bien… Azael es un ángel relativamente nuevo, jamás había bajado a tierra antes, mientras yo hacia misiones en el mundo humano el era el encargado de asistir al consejo de los arcángeles, ambos teníamos puestos importantes en ese lugar, así que asumo que esta es su primera vez – Daemon soltó una risita y yo lo mire con reproche -, La primera vez que un ángel llega a la tierra se siente atado a la vida de la persona a la que fue asignado o incluso a la primera persona que el ángel quiera proteger – me detuve y lo mire significativamente, sin embargo Daemon no lo noto -. Los ángeles aman todo lo que constituye el mundo, pero aman por sobre todo eso a esa persona, no es que la amen mas, la aman primero, es una gran diferencia que casi nadie sabe diferenciar e incluso a nosotros a veces nos confunde y esa es a la vez la debilidad de un ángel…

-          Claro – dijo pensativamente – ahora todo tiene sentido… - sonrió de esa extraña manera suya que me dejaba helado y luego avanzo, dándome la espalda – gracias Asbeel, me has sido de mucha utilidad, traeré tu pluma en cuando el plan que acabo de crear se cumpla, nos vemos – y se fue sin mas.

Debo decir que Daemon fue la primera persona que  yo sentí débil y por lo tanto estoy atado a el por sobre todas las cosas, yo amo a Daemon primero que a todo y es eso precisamente lo que utilizo Iset en mi contra, mis ganas de cuidar de el, de acompañarlo, de protegerlo… es por eso y otras cosas que preferí caer, para poder acompañarlo en este frio lugar y es eso mismo lo que me ha sacado adelante, pero si puedo obtener el beneficio de volver al mundo humano y acompañarlo o ayudarle, entonces no lo dejare pasar, aunque signifique traicionar a los míos nuevamente.