Cuando mis padres entraron yo seguía agitada por mi conversación con Daemon, podía ver la lata de la bebida sobre la mesa, mi corazón acelerado y sudor frio que recorría mi frente, como prueba irrefutable de su existencia.
- Lys… ¿Te sientes bien? – Pregunto mi madre acercándose y tocando mi frente – pareces tener fiebre.
- ¡Déjala mujer! … - Gruño mi papá adelantándose y tomando un vaso – seguramente es porque se queda hasta tarde despierta.
Muchas veces la actitud de mi padre hacia mi me dolía, pero últimamente sus provocaciones parecían no afectarme, me di la vuelta y regrese a mi habitación, respire profundo un par de veces antes de recostarme en la cama, tenia que dormir para poder poner en orden mis pensamientos y asimilar la realidad que se me acababa de imponer pero era imposible conciliar el sueño.
A la mañana siguiente sin haber dormido en toda la noche me levante mas temprano que de costumbre, baje a la cocina, la lata aun seguía ahí la tome entre mis manos y la observe por largo rato hasta que la alarma de mi celular sonó y me saco de mis pensamientos, tire el contenido en el lavaplatos y luego lance la lata al basurero. Observe mi reflejo en el espejo que había ahí “lamentable” pensé viendo mis ojeras, luego saque cereal e intente comer, era como si simplemente no pudiera ingerir mas allá de la boca suspire, trague lo único que había logrado masticar y luego… luego fui a clases.
La mañana transcurrió casi con tranquilidad hasta la hora de matemáticas, la segunda clase del día. No había podido prestar atención en todo lo que llevaba de clases y menos lo haría al final, mi mente estaba demasiado ocupada pensando en Daemon como para concentrarme en otra cosa,así que me había dedicado garabatear en una hoja su nombre.
- …pero hay gente como la señorita {} que parece no tener intensiones de prestar atención en mi clase y prefieren estar garabateando en sus cuadernos, si no le interesan mis clases seria bueno que me hiciera el favor de salir de la sala… - me dijo el profesor y yo me puse colorada.
- Lo siento profesor, no volverá a suceder… - balbuceé.
- No, no sucederá porque usted saldrá inmediatamente de aquí…
- Pero…
- Nada de peros señorita y espero que esto le enseñe a ser mas responsable… - frustrada tome mis cosas y salí del lugar sintiendo sobre mi todas las miradas de mis compañeros de clase.
Ya fuera del lugar suspire y camine a través de los desiertos pasillos bastante deprimida, jamás se fijaban en mi en clase y por lo general podía hacer lo que quisiera sin que el profesor lo notara, sin embargo desde que apareció Daemon algo en mi pareció cambiar, llamando mas la atención de la gente que me rodeaba. Sin darme cuenta llegue al baño de mujeres, entre, necesitaba agua quizás, me mire al espejo un largo rato y de pronto pareció que alguien me observaba, mire a través del reflejo pero no había nada, camine hacia los cubículos y los revise uno a uno, pero no había nada ni nadie, de pronto el silencio pareció inundar el lugar y la gotera que hasta hace poco hacia mucho ruido se detuvo, un inmenso frio recorrió mi cuerpo y sentí miedo, un miedo irracional para cualquier persona que no hubiera vivido lo que yo durante estos días.
- Así que tu eres la marioneta de Daemon… - comento una sutil voz femenina proveniente de no sabia donde, busque frenéticamente a la dueña de aquellas palabras pero fue inútil, avance rápidamente hacia la pared al menos así vería cuando se apareciera y no podría sorprenderme por la espalda.
- ¿Quién eres? ¡Muéstrate! – exigí con la voz temblorosa y bastante menos valor del que esperaba demostrar, ella soltó una risita baja y cruel.
- No hay necesidad de mostrarme porque después de todo eres una simple mortal… - seguí observando, la voz debía provenir de alguien que estaba en la habitación, alguien como Daemon, quizás otro semidemonio o tal vez un mismo demonio, temblé de miedo nuevamente.
- Por favor… - gemí – yo no elegí esto…
- Nadie lo elige niña, tu solo eres una objeto que Daemon están utilizando, pero pronto morirás y el regresara a Seol…
- Yo no…
- Tu vida no importa ¿no te das cuenta? Eres tan insignificante como un insecto, puedes morir y a nadie le importara… - ella tenia razón, si yo moria nadie me extrañaría, seguramente seria un alivio para mis padres y mis compañeros ni siquiera lo notarían…
- ¿Quién eres? – repeti pero de pronto se escucharon unos ruidos y un grupo de chicas entraron al baño, la voz se esfumo y el miedo también, pero yo seguía temblando.
- ¿Qué haces fenómeno? ¿Hablas sola? – pregunto la chica que encabezaba el grupo, una niña de pelo negro largo y brillante, de esas típicas chicas que lo tienen todo y son admiradas por muchos, la reconocí de inmediato como Cassandra.
- No yo… - la observe con algo de miedo, ella siempre había logrado intimidarme.
- ¿Por qué me miras así? ¿Tanto miedo te causo? – dijo con un tono de asco – ah ya se quien eres… eres la tipa rara que nunca habla con nadie, la gente te conoce ¿sabes? Eres bastante famosa en el mundo freak, se rumorea que eres lesbiana porque no pareces tener interés por los hombres… ¿es cierto? – soltó una risa y sus compañeras la imitaron, sus miradas se posaban en mi y por mas que me apegue a la pared y trate de fusionarme con ella no resulto, ese día parecía ser el pero de mi vida.
- No… - negué en un susurro.
- Podrías hablar más fuerte, no te escucho – grito acercándose a mí y tomándome de la corbata ahorcándome un poco.
- No… - repetí en un gemido de dolor, ella tiro un poco mas y luego me soltó haciendo que me golpeara contra la pared y resbalara unos centímetros al perder el equilibrio.
- Ya déjala Cass – comento conteniendo la risa una niña de pelo rizado y castaño – no descargues tu mal humor con basura – luego paso al lado mío hasta el espejo.
- ¿Y qué esperas? – grito Cassandra – ¡largo! – tome mis cosas y salí casi corriendo mientras ellas soltaban carcajadas crueles.
Corrí hasta que estuve lejos de ellas, lejos de todo, apena salí las lagrimas comenzaron a caer, me sentía tan patética, tan vulnerable que ni siquiera podía darme las fuerzas como para enfrentar la siguiente clase así que simplemente salí del colegio y decidí regresar a mi casa.
Jamás pensé que ella se aparecería en el mundo humano con el único propósito de hacerme regresar, ella sabe que matando a Lys tendré que volver todos los días Seol pero nunca creí que la encontraría tan pronto, es preocupante pero a menos que intente hacerle algo a mi humana no actuare aunque bueno dejando de lado a esa persona debo comenzar por vengarme de unos cuantos humanos.Este día había decidió seguir a Lys a donde vaya ya que, al no poder alejarme mucho de ella tengo que de cierto modo vivir su vida y por lo que he visto no es muy divertida, esa chica si que es miserable, y aunque disfruté de su humillación publica al ser expulsada del salón debo admitir que me molesto un poco no ser yo el causante de esa desgracia, pero lo que si logro hacerme enfadar fue esa tal chica Cassandra la razón es tan simple como que solo yo soy el demonio personal de Lyz, un semidemonio bastante posesivo y debo por lo tanto ser el único que la mortifique de ese modo, por lo tanto mi plan de venganza comenzaría en el crepúsculo, durante las únicas horas que puedo permanecer lejos de Lys.
Seguí a mi chica hasta su casa, obviamente evitando que me vea o note mi presencia, parecía bastante deprimida y no podía culparla, aun así su estado de ánimo no es algo que me importe realmente, cuando llegamos me ubique cómodamente en su habitación mientras la observaba. Ella lloraba recostada en su cama, yo simplemente la miraba, intentando adivinar cual seria su próximaacción, lo que no me esperaba era que sacara de debajo de su cama una caja donde guardaba un pequeño cuchillo muy afilado, bueno quizás era de esperarse que ella hiciera estas cosas después de todo, a veces lo humanos me causan bastante gracia, piensan que dañando su cuerpo pueden sentirse mejor psicológicamentesin darse cuenta que herirse no es nada mas que un acto superficial sin satisfacción alguna mas que la pasajera sensación de dominar tu propio miedo, pero en realidad esa dominación es solo apariencia, porque el miedo de sentir o no sentir es mas grande que el miedo a dañarse físicamente. Los demonios por el contrario somos bastante narcisistas, no dañaríamos nuestros cuerpos porque consideramos que la belleza esta en la perfección y las cicatrices son una muestra de imperfección y debilidad. Es bastante obvio que tiene depresión o algo parecido, miraba la navaja como si estuviera hipnotizada, había dejado de llorar y ahora su rostro mostraba otro sentimiento, uno que no era capaz de descifrar del todo y cuando ya definitivamente comenzó a acercar el cuchillo a su muñeca decidí hacer mi aparición, me acerque por detrás, tome su brazo y le hable suavemente en el oído con apenas un suspiro.
- Eso no es conveniente para mi… - ella se asusto soltando un pequeño sollozo – si llegas a pasarte y te suicidas ¿qué crees que pasara conmigo? Ahora tu cuerpo es mi cuerpo y no quiero que lo dañes…
- Es mi cuerpo y puedo hacer lo que quiera con el – susurro algo enfadada, al parecer su frustración era mucho mayor al miedo que me profesaba.
- Te equivocas, desde que hice el enlace contigo pasaste a ser de mi propiedad, eres mi objeto de conexión a este mundo ¿qué no te lo había explicado ya? – suspire resignado ante la suspicacia de esta chica de no creer en lo que le decía aun cuando me tenia frente a ella como una gran prueba de la existencia de los demonios.
- ¿Y acaso no cuenta mi opinión? – pregunto derramando un par de lagrimas mas y con cierto reproche indignado en la voz.
- Uhmh… pues… no, yo te elegí a ti niña porque eras lo mas débil que había en el lugar por lo tanto la mas posible de conectarse conmigo, luego te di la opción de coger mi mano o no y tu, la tomaste aceptando así el trato desde ese momento.
- Y si yo muero ¿qué pasa contigo? – pregunto de pronto deteniendo las lagrimas.
- Bueno, tendría que regresar nuevamente a Seol durante el día, algo que realmente no deseo – comente con una sonrisa fría para darle a entender el mensaje más claramente.
- Y si tú mueres…
- Cosa improbable debido a que soy inmortal – la interrumpí - pero claro, siempre pueden asesinarme y en ese caso quedarías libre y podrías regresar a tu aburrida vida o suicidarte si así lo deseas. – También hay otra forma de que quede libre pero obviamente no se la diré, me ubique frente a ella y tome el cuchillo de sus manos guardándomelo en un bolsillo del pantalón, las cadenas que adornaban el costado tintinearon al contacto con el metal, luego la tome de los hombros y la hice mirarme directamente a los ojos –Quiero que entiendas que esto no es por ti así que no presumas que me estoy preocupando por tu bien, así que ten en cuenta que si haces algo para acabar con tu vida lo impediré y a la vez me encargare de hacer tus días aun mas imposibles, ¿entendido? – ella asintió reprimiendo un sollozo, segundos después sin poder contenerse me rodeo con sus brazos y comenzó a llorar amargamente, jamás había conocido a un humano tan desdichado como esta chica, la deje que se desahogara, después de todo mi parte humana también había pasado por eso y ni siquiera la sangre demoniaca que corría por mis venas había impedido que sufriera cuando aun era niño, soy insensible muchas veces si, pero también tengo que saber cuando actuar de tal modo para manipular las situaciones, Lys necesitaba un apoyo en este momento y yo era lo único que tenia cerca, luego de llorar se le pasaría, estaría mas tranquila y no volvería a intentar suicidarse, así de simple. Pasados unos minutos la aleje cuidadosamente de mi, ya se había hecho de tarde así que podía librarme de ella, esta sensación de libertad durante las horas nocturnas era bastante satisfactoria ya que al estar atado a Lys la mayoría del tiempo me sentía prisionero, no tanto como lo estaba en Seol pero al menos la compañía de esta niña era mas aceptable que la compañía de demonios en ese lugar. Ella levanto la cabeza y me miro avergonzada.
- Lo siento – se disculpo secando sus lagrimas – se que no es por mi y lo entiendo… después de todo nada es por mi… - la ignore y me gire para salir del lugar por la ventana - ¿Te vas? – pregunto de pronto notando mis intensiones, no parecía que quisiera que me quedara.
- Si, durante las noches puedo alejarme de ti así que descansa tranquila, mañana nos veremos de nuevo – dije haciéndole un guiño.
- En realidad me gustaría no verte mas –comento débilmente y yo sonreí.
- Lastima me veras el resto de tu vida… - y desaparecí del lugar.
Eran aproximadamente las siete de la tarde, rastree la ciudad en busca de Cassandra, esa chica era malvada ¿y qué mejor que hacer sufrir a alguien malvado? Me las pagaría por hacer que Lys se sintiera mal sin que yo interviniera y sobre todo por lograr que mi humana intentara suicidarse. La encontré en una cafetería, estaba sentada con dos chicas más de poca relevancia, me encamine hacia el lugar y las divise. Me pase una mano por el cabello y me arregle la chaqueta, metí las manos en los bolsillos y avance decidido a la mesa continua a donde estaban, sentí que las tres me observaban y cómo no lo harían si después de todo soy un sexy semidemonio, tan agraciado como los demonios y tan real como los humanos. Me acomode en el asiento y una camarera de avanzada edad se acerco, le sonreí de medio lado y la señora se ruborizo, me causo gracia lo que provocaba hasta en las humanas mas maduras, le pedí un café y mientras esperaba recargue mi cabeza en una mano en un gesto pensativo cuando en realidad estaba pendiente de cada palabra proveniente de la mesa de al lado.
- Es muy guapo – comentaba una de las chicas emocionada y sin dejar de mirarme.
- Parece muy fuera de lugar, nunca había visto a un chico así – dijo Cassandra en un susurro, yo observe el cenicero que había en la mesa luego me concentre para llegar a la mente de las chicas e hice que omitieran que el objeto estaba ahí, la mesera llego con el café, lo deposito en la mesa, sonrió y se fue, yo fingí buscar un momento y luego me gire para mirarlas.
- Disculpen chicas… ¿están ocupando el cenicero de su mesa? – pregunte suavizando la mirada y sonriendo avergonzado.
- No – se apresuro a decir Cassandra antes que las otras dos pudiera recuperarse de las impresión que les había causado, tomo el cenicero y se levanto – ten – sonrió al llegar a mi lado.
- No tenias que levantarte – sonreí tomándolo – gracias – y me gire un poco para sacar una cajetilla.
- Te ves muy joven para fumar – comento moviendo las pestañas de forma coqueta y buscando una forma de llamar mi atención para que le invitara a sentar y siguiéramos conversando, no se la haría tan fácil.
- Tengo diecisiete pero eso no tiene porque saberlo los del lugar – le guiñe un ojo y se ruborizo, yo saque un cigarro y un encendedor de plata, luego le ofreci uno - ¿fumas? – le pregunte, ella dudo un momento, estaba con el uniforme de su colegio y probablemente le traería problemas si una de las empleadas le pidiera su identificación pero aun así cogió uno.
- ¿Me puedo sentar? – yo asentí, le preste fuego y luego encendí el mío, las otras dos chicas la miraban con resentimiento, sonreí para mis adentros.
- Que tus amigas también vengan – comente fumando, ella asintió aunque en realidad parecía no querer mas compañía, las chicas emocionadas se acercaron a la mesa – ¿quieren uno también? – les ofrecí, una acepto la otra no, ella parecía mas reservada y no muy cómoda con sus amigas. Deje el cigarro en el cenicero y bebí un poco de café – ¿Les gustaría pedir algo? Yo invito – sonreí lo mas encantadoramente posible y las tres como hipnotizadas por mi asintieron, también pidieron café y yo sabia que era solo por aparentar ante mi, eso me causo mucha mas gracia, el comportamiento humano valía la pena ser estudiado.
- ¿En serio tienes diecisiete años? – pregunto la chica morena de pelo corto y ojos castaños, yo asentí - yo tengo dieciséis – informo – me llamo Ami – se presento, Cassandra la miro un poco molesta, se nota que le gusta ser el centro de atención.
- Soy Cassandra – se presento con una sonrisa radiante – también tengo dieciséis.
- Yo soy Tania – comento la que me parecía mas reservada, tenia el cabello largo, castaño oscuro y ojos bonitos ojos color miel, no agrego su edad pero supuse que tendría lo mismo que las dos anteriores.
- Mi nombre es Daemon – sonreí de medio lado.
- ¿Es en serio?
- Si, mi madre es algo… excéntrica – bromee ellas sonrieron.
- Me gusta – afirmo Cassandra – ¿y a que colegio vas?
- Oh no lo conoces, no es de este lugar…
- Entonces no eres de aquí – comento emocionada Ami.
- Algo así – sonreí misteriosamente – estoy aquí por asuntos personales – agregue tomando el cigarro nuevamente, la mesera se acerco con los cafés de las chicas y las observo con gesto reprobatorio por fumar estando con uniforme.
- Chicas, si son menores de edad no puede fumar aquí – comento.
- Descuide, están conmigo y bueno, supongo que usted también hizo algunas cosas indebidas cuando era joven –dije en tono jocoso, la señora sonrió condescendientemente y luego se fue sin decir nada mas, las chicas me miraron sorprendidas y admiradas.
- Si que sabes llevarte con las personas – comento Cassandra con un brillo seductor en los ojos, yo me incline de hombros como dándole la razón. Luego de eso conversamos cosas triviales, las chicas reían como tontas ante mis bromas y yo prácticamente las tenia comiendo de mi mano, las humanas son tan fáciles de complacer, cuando terminamos el café pague la cuenta y salimos los cuatro a caminar por la cuidad, obtuve sus números de teléfono y lugar de estudio.
- Pasa a vernos antes de irte de la cuidad – comento Tania amablemente cuando nos estábamos despidiendo.
- Claro – sonreí – nos volveremos a ver… - dije levantando una ceja en un gesto que indicaba mas de lo que quería decir, Cassandra camino hacia mi y me dio un beso en la mejilla.
- Realmente espero volverte a ver – susurro para que solo yo la pudiera oír, se mordió el labio inferior en un gesto de obvio deseo y luego se alejo, Ami también me beso en la mejilla y luego las vi irse riendo, bromeando y lanzando de vez en cuando una mirada hacia mi, ya las tenia, pero sobre todo tenia a Cassandra.
Vague unas horas mas por la cuidad y luego fui a ver a Lys, dormía tranquilamente así que no la moleste, al parecer no había vuelto a intentar nada en su contra, así que me fui al único lugar al que podía recurrir estando en la tierra, un lujoso departamento que había adquirido hacia algunos años por el puro placer de tener un escondite en este lugar, el cómo conseguí el dinero para pagar al lugar no es muy difícil de eliminar, al tener ciertos poderes puedo conseguir todo el dinero que se me de la gana, para un demonio robar no es un pecado, es parte de la vida. Cuando llegue me recosté en la cama y dormí un par de horas antes de que amaneciera, luego volví junto a Lys sin que ella se diera cuenta.
Mi plan debería funcionar perfectamente desde la salida del colegio así que espere hasta esa hora, cuando todos comenzaron a abandonar el establecimiento aparecí frente al lugar apoyado en un árbol para mi buena suerte Lys venia muy cerca del grupo de Cassandra. Cuando las chicas me vieron sonrieron felices y corrieron hacia donde estaba.
- Hola Daemon… - dijo Cassandra moviendo su cabello de modo provocador.
- Hola chicas – dije distraídamente mirando por encima de sus cabezas, ellas parecieron confundidas.
- ¿Esperas a alguien? – pregunto Ami con un dejo de preocupación en la voz.
- Si, y ahí viene – les sonreí rápidamente y camine hasta llegar a Lys que me miro sorprendida y aterrada.
- Daemon… - gimió despacio abriendo de sobremanera los ojos.
- Hola Lys, vine a buscarte –la observe fijamente y luego le tome la mano y la atraje hacia mi besándola suave pero firmemente, las chicas miraban la escena con envidia y Cassandra parecía estar mas que herida en su orgullo, que un chico como yo prefiera al fenómeno antes que a ella debía ser escandaloso rayando en lo absurdo, sonreí maliciosamente mientras seguía besando a Lys que no parecía reaccionar y mire de reojo a la pelinegra que me devolvió una mirada de profundo estupor y odio, luego me volví a concentrar en mi humana y para mi propia sorpresa me di cuenta que no me desagradaba del todo estar así con ella.
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